GUERRAS PERDIDAS


    Si alguien merece admiración y respeto son aquellos seres únicos capaces de presentarse al campo de batalla aún a sabiendas que el oponente es más fuerte, poderoso y tiene asegurada la victoria tanto en el campo como en el arreglo diplomático. Esta es una crónica, la otra, de la manifestación en contra del aumento del boleto de transporte urbano de pasajeros.



   Desde las nueve se dieron cita en diferentes horarios pequeños grupos de ciudadanos auto-convocados por las redes sociales de manera apresurada, improvisada. Alguno que otro apolítico y varios grupos de diez o quince con diferentes banderas: Mas, Polo Obrero, Enred (mujeres contra la violencia de género). Más tarde se sumaron Hijos, PTS, Movimiento Teresa Rodríguez, y de un centro de estudiantes Jóvenes al Frente. En la esquina opuesta se oían los bombos de un reducido grupo de Jóvenes Peronistas, que se mantuvieron alejados del resto durante las cinco horas que duró la cesión en el Consejo Deliberante.


  “El aumento ya está dado, tienen la mayoría automática, pero es importante que sepan que hay gente que no está de acuerdo”, explicó uno de los dirigentes líder del MAS. Todos jóvenes. Muchas mujeres con sus niños a cuestas. Fueron las que se animaron al cántico: ¡“Pulti careta cargame la tarjeta”! La fuerza con que gritó su verdad esa humilde madre a quien se le escurría su falda incapaz de sostenerla con el escuálido cuerpo.





   Arriba, en el balcón del Consejo, los choferes con camisas celestes salieron a provocar con risas burlónicas y hasta simularon disparos con sus dedos. Los llevaron a primera hora en un colectivo doble, de esos que aparecieron el último año con acordeón en el medio al mejor estilo gusano. Coparon el recinto y no se permitió subir a ningún oponente del aumento. “Es para evitar lo que pasó el verano pasado, que no les dejamos subirlo”, explicaron los manifestantes.


   Y llegaron ellas. Silla de ruedas y muletas en mano daban testimonio de la falta de cumplimiento en los contratos que establecen la obligatoriedad de brindar accesos para los discapacitados en todas las unidades. Devolvieron sonrisas a los agravios, constancia al cansancio y equilibrio a la fuerza de gravedad que junto al sol del medio día de verano aplastaba como una piedra los ánimos.

   En un rincón un hombre fornido, morocho, con tatuajes varios dialogaba con un grupo de mujeres hasta que llegó una rubia, le preguntó algo y lo apartó. Él sacó de su mochila un cuaderno rojo y ella comenzó a corregirle las “a”, las “i” …todos los ejercicios que se sucedían en coloridas fotocopias cuidadosamente pegadas y dobladas. Mientras tanto una joven con su Nicon se agazapaba por detrás del grupo para fotografiar a una “niña madre” con su bebé, cuando la chica lo notó se molestó y se fue sin decir nada.

   “Estos no entienden nada, son los mismos gorilas que están adentro no se dan cuenta?” Un joven de la carrera de Historia arengaba contra los jóvenes peronistas, sentado solo mientras convidaba mate a los transeúntes. De su boca salían verdades académicas que pocos entendían. Los chicos se acercaban porque les convidaba galletitas.

   Las horas, las historias se sucedieron a lo largo de la calurosa mañana marplatense. Los turistas desprevenidos fueron detenidos en la esquina para responder a una encuesta del servicio de transporte a cargo del Movimiento Libres del Sur.

   Pasado el medio día se aprobó 10 en contra, 14 a favor –Acción Marplatense y Pro- el aumento del 28,17 % del boleto. Hoy para trasladarse en “La Feliz” hay que cargar con tiempo una tarjeta que se adquiere sólo en dos puntos de venta en el centro, en los barrios los puestos no son tan numerosos. Cada pasaje cuesta 3,23.


 

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