LA CUEVA DE LA RESISTENCIA

     

Cerro de Los Difuntos- La Serranita - Balcarce 2021


    El 2020 fue el “año de la pandemia” y así quedará plasmado en la Historia. Enfermedad, muerte, confinamiento, desazón e incertidumbre ante lo desconocido. Recesión, hambre, desempleo. Las dos caras del mundo que aún observa azorado y trata de adaptarse a la “nueva realidad”.

    El mundo entero se vio obligado a transformar radicalmente sus hábitos y costumbres. Hoy las resistencias se hacen cada vez más evidentes. A cada propuesta de aislamiento le acompaña la certeza de saber que no se trata sólo de nueve días y que las soluciones epidemiológicas no son mágicas ni inmediatas.

     “Probar” fue la medida del primer año, a manera de un laboratorio de ensayos global. Y así continúa en 2021. Aunque hoy se sabe mucho más de esta enfermedad, surgen nuevas cepas con infinidad de combinaciones que se gestan en cada región. Esto hace que la odisea sea una constante lucha por dominar la mayor cantidad de variantes.

    Hablar técnicamente de “inmunidad del rebaño” es una ilusión. El tiempo transforma todo en un agobio colectivo: vacunas sí o no, políticas, partidismos, egoísmos, poder. La población llega al asqueo de sobreinformación.

    La respuesta colectiva ante lo inevitable manifiesta a un patrón natural de supervivencia: resistencia. En la ciudad de Mar del Plata un reducido número eligió realizar manifestaciones colectivas espontáneas con consignas “antivacunas” que luego fueron “vacunas para todos”, “anti cuarentena”, “anti cierres”. Además de las populosas de los barrios más desprotegidos en reclamos de subsidios y alimentos.

    El vuelco hacia la naturaleza es lo más optado: el traslado masivo a puntos de excursión poco frecuentado. La práctica de deportes al aire libre: caminar, correr, bicicleta. Individual y en grupo. En continuidad con el hábito adquirido en los momentos de máximo encierro de exponerlo todo a las redes sociales: casi el motivador principal.

    Las “burbujas” propuestas en la escolaridad se sumaron a las medidas de lavado de mano y distanciamiento social. Sin embargo no fue suficiente y la presencialidad tuvo que ser interrumpida.

    Hoy cada quién vuelve a su cueva. Desde allí resiste, como le sale, con trabajo o sin él, en un acto de rebeldía y resistencia. Reencontrando el sentido en un ejercicio diario, como un esfuerzo inagotable de “ser feliz”, o “ser”, o lo que salga.

CH.Z.

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