VOLVER...

Foto por Agustín Parisi
Hay lugares de donde se hace difícil el regreso. La angustia, la desesperación enceguece el alma y todo lo demás se derrumba como un dominó.

Me fui muchas veces y volví otras tantas.

Hoy volví a escribir en el blog, este lugar donde quiero despuntar el vicio periodístico en un intento por recordar y ejercitar las técnicas aprendidas, las luchas comenzadas, las ideas…

El maravilloso palpitar de la esperanza renovada es lo que nos permite volver… la humildad, el valor suficiente para reconocer los errores y volver a comenzar una y otra vez.

Ese dicho “largo como esperanza de pobre”, tiene un sentido, desde quien está despojado de todo y tiene su fe como único bastión. Y aunque las posibilidades de progreso cada vez son menores en esta globalización de la pobreza donde las diferencias se acrecientan y las distancias se ensanchan, como sostiene Canclini en su teoría de escalera mecánica, nunca pierden la esperanza. Basta una simple pregunta: ¿devolverías una billetera con dinero? el ciento por ciento de la gente de clase media o alta responde “no”, o en el mejor de los casos “sí pero vacía, no soy tonto”. Sin embargo un obrero, una señora que limpia casas, y un desocupado proveniente de un hogar “humilde” puedo asegurar que la devuelve sin pensar. Existen excepciones a las generalidades claro, en ambos casos.

Hoy surge a diario una nueva generación que se gesta hace años y es aquella sin esperanzas. Los que consideran que hagan lo que hagan no sobrevivirán más de 14 años… Salir de sus casas significa no saber de su regreso, la vida es una guerra para “sobrevivir”.

Y este cuadro está en ambos lados de la balanza: el que nace abrazando una bolsa de pegamento como si fuera una golosina hasta que con los años accede a romperse la cabeza con el paco; y por otro lado el que vive una cómoda vida de mentiras, ese “pobre niño rico” que sin el afecto de sus padres nunca se conformará con nada y la felicidad será una utopía inalcanzable.

En el medio están los que luchan por seguir a pesar de todo, los que en este tire y afloje del capitalismo salvaje advierten la precaridad del trabajo, las posibilidades certeras de la inseguridad cotidiana. Inseguridad por la violencia extendida en todas sus formas: la del niño condenado al hambre, la del vandalismo callejero, la del empleador que paga el mínimo salario sin ninguna seguridad social, la violencia de quien despide sin escrúpulos, de quien decide políticas despiadadas…

Y la esperanza otra vez como el único bastión para sostenerse.

Papá me dijo una vez: “todo el mundo se cae pero quién se levanta?” y luego él mismo respondió con esa vos fuerte y firme que siempre temí y admiré “vos te levantas”.

De eso se trata la vida ese es mi secreto y aquí lo quiero compartir y ojala esa voz se repita como eco en todas las desesperanzas. Para levantarse, renovar la fe y volver a empezar.

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